¿Qué es lo que hace que una acción de protesta sea efectiva? La gente que la organiza tiene muchas posibles elecciones: qué, cuándo, dónde, cómo, y quién. Fijarnos en cómo el público normalmente responde a los mensajes es algo que puede orientarnos en estas elecciones.
Jefes de gobierno vienen a la ciudad. ¡Organicemos una protesta! Haremos una concentración masiva y una marcha. Los que quieran pueden bloquear la avenida. Conseguiremos que nuestros puntos de vista sobre la desigualdad, la explotación, y la agresión sean ampliamente conocidos.
Pero espera un poco. ¿Será efectiva esta clase de protesta? ¿Hará cambiar la opinión de la gente, movilizará su apoyo y ayudará a construir una sociedad mejor? O, por el contrario, ¿hará que aumenten los prejuicios, alejará a posibles simpatizantes y desviará la energía de otras iniciativas más efectivas? Y además, ¿qué significa «ser efectivo»?
Estas preguntas no tienen respuestas fáciles. Las acciones tienen efectos muy diferentes. Muchos son difíciles de medir y algunos son totalmente ignorados. Valorar los pros y los contras es difícil: es una cuestión a la vez racional y emocional.
Contexto
Las acciones tienen que ser diseñadas teniendo en cuenta el contexto. Lo que es adecuado en una situación puede ser totalmente contraproducente en otra. Las leyes, los medios de comunicación, la policía, la cultura, la religión, la sociedad civil y muchos otros factores son muy distintos en Burkina Faso, Alemania, Nepal, Indonesia y China.
En la India, en 1930, Gandhi escogió realizar una campaña a propósito de la sal, un símbolo muy potente para la gente de la India, a causa de las leyes británicas sobre la sal. ¿Qué símbolo poderoso pueden usar hoy los manifestantes en Suazilandia o Suecia hoy?
Las acciones se tienen que diseñar desde un conocimiento profundo del contexto local. Como regla general, las experiencias de éxito nunca deberían copiarse, pero pueden servir como inspiración y como experiencias útiles de las que aprender.
Las huelgas de hambre indefinidas son miradas de muy distinta manera desde una cultura cristiana o una sociedad hindú. Para ateos y cristianos sacrificar tu vida significa mucho, mientras que un hindú sabe que le esperan miles de vidas… ¡es una diferencia importante!
En un país donde quienes hacen activismo se arriesgan a sufrir torturas, largas condenas de cárcel, o condenas a muerte, la desobediencia civil toma un matiz muy distinto a donde lo que puede ocurrir es que te pongan una multa o que pases unas semanas en una cárcel decente. Es prudente actuar de diferente manera en países con una censura muy estricta y medios de comunicación controlados por el estado, que en países donde las manifestaciones normalmente son cubiertas por la prensa libre y de la oposición.
Elecciones
Fundamentalmente, existen dos tipos de acciones: (1) oponerse y (2) apoyar. En el primero, se centra la atención en lo que los grupos organizadores rechazan, y en el segundo, en la alternativa que sugieren. Dentro de cada una de estas opciones hay muchas otras. En la mayoría de los casos, es más fácil crear una imagen positiva cuando tenemos una alternativa. Decir «no» es común y fácil, pero normalmente se ve como algo inútil o que obstruye el proceso. Ofrecer alternativas es más exigente, pero normalmente se recompensa con una valoración constructiva.
Dentro de cada una de estas categorías generales hay una nueva elección: intervención directa o indirecta. La acción directa significa que las mismas personas activistas hacen algo para solucionar el problema/conflicto. Puede ser cerrar una calle de la ciudad para convertirla en peatonal. O puede ser ocupar una casa y convertirla en un centro cultural. Cuando activistas de Genetix Snowball destruyen plantas genéticamente modificadas de los campos de Gran Bretaña, están pidiendo no sólo que estos campos sean declarados ilegales, sino que además están arrancando las plantas con sus propias manos. Esta clase de intervenciones son frecuentemente ilegales y arriesgadas. Lo importante aquí es que son las propias personas activistas quienes realizan el cambio directamente: están realizando una acción directa.
Las acciones indirectas implican pedir a otras personas, de la política o de la empresa, que den respuesta a una necesidad o se enfrenten a una situación de injusticia. En muchos países, para manifestarse hace falta una autorización de la policía local, y a veces su presencia puede ser útil para que todo discurra con tranquilidad durante la manifestación. Para tener éxito, este tipo de acciones depende de la simpatía de otras personas. Si ni los detentadores del poder ni la opinión pública apoyan nuestras reivindicaciones, no conseguiremos lo que queremos.
Tened en cuenta que en una dictadura, hacer peticiones puede ser una forma de acción directa, porque es un ejercicio de libertad de expresión.
Tanto para la acción directa como para la indirecta se necesita desarrollar más variedad de acciones. La creatividad, la fantasía y la experimentación son fundamentales. Así como los fabricantes de armas desarrollan modelos más sofisticados todos los años, los grupos activistas deben desarrollar nuevas formas de acción. Los buenos modelos deben ser probados, documentados y adaptados para que se puedan usar en otros momentos, y en otros lugares y circunstancias.
Los públicos
En muchos conflictos tenemos tres grandes grupos entre la audiencia: activistas, oposición y terceras partes. Cuando un grupo quiere cuestionar a un gobierno represivo, las personas activistas son las que se involucran en las protestas. La oposición la forma el gobierno con sus agencias, como la policía y el ejército. La tercera parte la forman quienes no se involucran directamente en la lucha: el público en general y la mayoría de la gente de otros países. La gente puede pasar de estar entre los terceros a ser activista, y viceversa, como consecuencia de las intervenciones. Un objetivo es involucrar a más gente. La mayoría de las veces, los medios de comunicación transmiten información/propaganda y mensajes de la acción a audiencia más amplias.
Alineamiento entre métodos, medio y audiencia
Al igual que es de gran ayuda saber quiénes son los componentes de la audiencia, también lo es fijarse en la interacción entre los métodos de los activistas y el público. El gurú de los medios de comunicación Marshall McLuhan dijo que «el medio es el mensaje». Por ejemplo, la televisión alienta un cierto modo de ver el mundo, independientemente de las imágenes en pantalla. Dialogar personalmente favorece una perspectiva diferente.
En el mundo del activismo también, el medio –es decir el método usado para la intervención– es el mensaje. Según una perspectiva de la psicología llamada teoría de las inferencias correspondientes, el público hace suposiciones sobre las motivaciones de alguien según las consecuencias de sus acciones. Ante activistas que usan la amenaza o la violencia, por ejemplo, con bombas, asesinatos o secuestros, mucha gente creerá que su objetivo es destruir la sociedad. El método, es decir, la destrucción, se asume como reflejo del objetivo. Por ejemplo, después del 11-S, mucha gente en EEUU creía que el objetivo de Al Qaeda era destruir la sociedad de estadounidense. Era un mensaje erróneo. Muy poca gente en EEUU sabía que los objetivos clave de Osama Bin Laden estaban relacionados con la política del gobierno estadounidense en el mundo musulmán.
Lo mismo vale para situaciones de menor relieve. Si alguien que participa en un piquete escupe a alguien de la dirección de la empresa, el mensaje que se da es de desprecio y falta de respeto, lo cual puede distraer al público del verdadero mensaje: que el sueldo es insuficiente o que las condiciones laborables no son seguras.
Las acciones son más poderosas cuando el método usado –el medio– apunta a la misma dirección que el mensaje. En el movimiento estadounidense por los derechos civiles, personas negras bien vestidas entraban a restaurantes reservados para gente blanca y se sentaban con mucha educación y tranquilamente en las barras de comidas, sin responder a los abusos y provocaciones de la policía. Su presencia y respetuoso comportamiento mandaba un convincente mensaje que iba en la misma dirección que su objetivo a corto plazo (igualdad de acceso al restaurante), y también con su objetivo a largo plazo de igualdad racial. Por otro lado, los abusos de la clientela blanca y la intervención agresiva de la policía, sólo contra las personas negras del restaurante, mandó el mensaje de que la segregación es un sistema de racismo, exclusión y agresión. Estos convincentes mensajes ayudaron a desacreditar la segregación entre la opinión pública en el resto de EEUU y del mundo.
Hacer frente a los ataques
La gente activa en protestas es frecuentemente atacada: pueden ser calumniada, acosada, apaleada, detenida, encarcelada e incluso asesinada. Sus comunicaciones pueden ser interceptadas, sus oficinas asaltadas, y sus equipos confiscados o destruidos. Estas agresiones son dolorosas y caras, dañan la moral y pueden desalentar la participación. Pero con una buena preparación, buenas tácticas y buena suerte, se puede hacer que los ataques repercutan contra los propios agresores. No es fácil y no ocurre con frecuencia, pero puede causar un efecto muy poderoso.
Los autores de los ataques y sus partidarios usan regularmente cinco métodos para inhibir la indignación que producen sus ataques:
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Encubrir el ataque.
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Devaluar el objetivo.
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Reinterpretar lo sucedido (incluyendo mentir, minimizar los efectos y culpar a otras personas)
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Usar canales oficiales para dar la impresión de justicia
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Intimidar y sobornar a los destinatarios y a sus grupos de apoyo.
La gente activa en protestas tiene que estar preparada para contrarrestar cada uno de estos métodos:
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Hacer público el ataque.
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Resaltar el valor del objetivo.
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Interpretar lo que ha pasado como una injusticia.
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Evitar o desacreditar los canales oficiales. En lugar de ello, movilizar apoyos.
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Rechazar la intimidación y las recompensas.
Por ejemplo, después de que la policía agreda a manifestantes, ésta y sus partidarios pueden usar cada uno de estos cinco métodos:
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La policía, cuando agrede a manifestantes, normalmente intenta hacerlo fuera de la vista de testigos y de cámaras. Tenemos que prepararnos para grabar las agresiones policiales y hacerlas llegar con credibilidad a audiencias más amplias.
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La policía afirma que estaba cumpliendo con su obligación, que la gente que protestaba era violenta y alteraban el orden, y sobre todo, que fue la policía la que fue atacada. Deberíamos centrarnos en la injusticia del ataque.
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Cuando la gente presenta denuncias o va al juzgado, rara vez hay consecuencias serias para los policías agresores. Mientras tanto, el proceso se hace tan largo que mucha gente pierde interés mientras la gente activista queda atrapada en tecnicismos y distraídos del activismo. Es mejor que evitemos los tribunales y, en su lugar, fomentemos una mayor participación en la planificación y acción futura.
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En muchos casos la gente que realiza la protesta no se expresa por miedo a las represalias de la policía. En un juicio puede que acepte una compensación para liquidar el tema, frecuentemente acompañada de una cláusula de silencio. Tiene mucha fuerza que la gente que participa en las protestas, o quienes apoyan su causa, levanten la voz y se nieguen a aceptar el soborno.
Documentación, evaluación y divulgación
Para que las acciones vayan siendo más efectivas, hace falta que la gente activista aprenda de las experiencias del pasado. Necesitan documentar y evaluar lo que están haciendo y hacer que esta información esté disponible para otras personas. Igual que los estudiantes de las escuelas de guerra aprenden cosas sobre las batallas históricas a través de conferencias y libros de texto, las personas activistas deben construir un sistema similar para que las generaciones futuras puedan aprender de la historia de la noviolencia y de los movimientos sociales. Esto supone hacer serias y críticas evaluaciones de lo planificado, de las acciones y los resultados. Es tan importante estudiar los errores como celebrar los éxitos. Estas evaluaciones deben ser accesibles a más activistas, teniendo en cuenta los diferentes idiomas y contextos. Es una ardua tarea. ¡Hay muchas acciones de las que aprender!
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