Autor
Christine Schweitzer

Cuando diseñamos y llevamos a cabo una campaña noviolenta por el cambio social, tenemos que disponer de formas de incrementar la presión sobre aquellos cuyas acciones o decisiones rechazamos.

El modelo de intensificación de Ebert

Un movimiento tiene muchas formas de intensificar un conflicto sin dejar de ser noviolento. Intuitivamente, la mayoría de activistas lo saben, pero hay muy poca literatura sobre ello. Un modelo de ello fue creado por el investigador pacifista Theodor Ebert en los años 60, que lo describió en su libro Gewaltfreier Aufstand (“Revuelta noviolenta: alternativas a la guerra civil”). Ebert distingue tres fases de intensificación, en cada una de las cuales combina acción de confrontación con acción constructiva.

En el modelo de Ebert, la primera fase de una campaña noviolenta se centra en introducir un problema en la esfera pública. Una campaña bien organizada hará uso de las acciones públicas de protesta y presentará alternativas (acción constructiva) para atraer la atención hacia los problemas y estimulará el cambio. Si ello no alcanza el resultado deseado, la campaña puede pasar a la “fase dos”.

En la segunda fase, la campaña aumenta la presión pública implementado formas legales de no colaboración, como huelgas, boicots de consumo o huelgas de celo, así como actividades lícitas innovadoras, como por ejemplo iniciativas de comercio justo, estructuras de economía alternativa o intervención noviolenta. La meta en esta fase es “aumentar las apuestas” (costes sociales) a la vez que se minimiza las “recompensas” para quienes cometen o se benefician de la injusticia. Al mismo tiempo, la campaña probablemente continuará con sus acciones de la primera fase. Esto puede ser suficiente para que un movimiento alcance su objetivo. Pero si no, la organización de la campaña tiene la opción de utilizar acciones noviolentas que impliquen un mayor riesgo para las personas activistas y hagan llegar al público un posicionamiento más fuerte.

La tercera fase de la intensificación usa la desobediencia civil tanto como protesta como en forma de usurpación civil. En la fase tres, los grupos activistas llevan a cabo acciones que ejercen autoridad o implementan una estructura sin el derecho legal para ello. Ejemplos de esto pueden ser:

  • ofrecer refugio o evitar la deportación de migrantes;

  • intervención noviolenta;

  • huelgas inversas;

  • construcción de una aldea ambientalmente equilibrada en la zona de obras de una fábrica ambientalmente destructiva.

Una campaña noviolenta en marcha puede intensificarse de una fase a la siguiente y seguir usando acciones de la fase anterior. Esto no implica que haya una intensificación lineal e inflexible, pero es útil considerar la interrelación entre estas fases y tipos de acción. Una campaña puede decidir conscientemente pasar de una fase a otra (hacia arriba o hacia abajo) mientras elige las acciones más efectivas para el contexto en que se encuentra el movimiento. A lo largo de una campaña, es importante hacer el esfuerzo de entablar diálogo con los adversarios, intentando encontrar soluciones que incluyan a todas las partes. En ciertos momentos, por ejemplo, este diálogo puede empezar con más facilidad si la campaña reduce temporalmente su presión pública. Una campaña también podría decidir que es más efectivo aumentar su trabajo en la acción constructiva y frenar las acciones confrontativas, o viceversa.

Otros métodos de intensificación

Por supuesto, hay otras maneras de intensificar una campaña aparte de aumentar el nivel de no colaboración o desarrollar alternativas constructivas. Quizás lo más común es intensificar la campaña aumentando el número de personas participantes, aumentando la duración de las protestas públicas (imaginemos la ocupación de una plaza pública como protesta contra un régimen represivo durante muchas semanas), o una mayor variedad de participantes. En concreto, si a las personas que están protestando se les une gente de entre las filas de los miembros de la elite de instituciones que forman parte del núcleo del estado (policía, ejército, administración), el peso de su protesta se incrementará. Estas últimas formas de intensificación han sido mencionadas en estudios sobre campañas de resistencia civil que perseguían derribar regímenes.

Poder y conflicto

Las campañas noviolentas normalmente buscan cambiar la conducta de los gobiernos o las agencias gubernamentales. En contadas ocasiones, son otros actores de la sociedad civil los que están en el foco de una campaña. Cuando el gobierno es el objetivo, la cuestión son las relaciones de poder entre los grupos activistas y quienes gobiernan. Intensificar la acción noviolenta con mayores niveles de retirada del consentimiento y la colaboración, o induciendo una fractura entre propios elites por la cuestión en juego, hace cambiar estas relaciones de poder. En particular, inducir desacuerdo entre las filas del grupo político en el poder, la policía o el ejército, ha resultado ser de vital importancia en una gran variedad de campañas.

Más difíciles son aquellas campañas en las que el oponente no es el gobierno sino otros grupos no estatales o de la sociedad civil. A veces vemos a los adversarios y a los simpatizantes del gobierno o régimen enfrentarse en la calle, como por ejemplo, en Egipto tras la caída de Hosni Mubarak, entre partidarios y opositores del gobierno. Muy a menudo estos conflictos, si no se vuelven violentos como sucede frecuentemente, se “resuelven” cuando uno de los grupos se gana a la opinión pública y hace ver a todos menos a los miembros del ala dura del otro grupo que sus opiniones ya no se consideran aceptables. Lo cual condena al ostracismo social al grupo “perdedor”. Pero aunque parezca que “desaparecen” durante un tiempo, a menudo “reaparecen” de nuevo en el futuro, ya que no ha habido un verdadero cambio de actitudes, sino sólo que han dejado de ser tolerado la expresión pública de éstas.

Llevar a cabo una campaña con éxito exige una evaluación continua de las actividades de la campaña y de su efectividad. Idealmente, al principio de una campaña se hace un plan estratégico en el que se identifican diferentes opciones y pasos. Este análisis deberían incluir la pregunta: “¿Cómo podemos intensificar el conflicto si no nos han escuchado?” Para una planificación estratégica efectiva, es crítico tener en cuenta que no se trata de un análisis que se hace solamente una vez, sino que debe haber frecuentes comprobaciones y reanálisis de la situación en la que nos encontramos. Nuestro grupo puede usar el borrador de la gráfica de Ebert para hacer un seguimiento de la implementación en una campaña de las acciones tanto constructivas como confrontativas a lo largo del tiempo para evaluar qué tal funcionan juntas para conseguir nuestros objetivos.

Fase de intensificación

Acción confrontativa (acciones encaminadas contra la injusticia en la sociedad)

Acción constructiva (acciones que ayudan a construir un orden justo en la sociedad)

Cómo funciona

Fase 1
Lanzar el tema a la opinión pública

Protesta (manifestaciones, peticiones, folletos, vigilias)

Ofrecer alternativas (autoenseñanza colectiva, muestra de alternativas)

Publicitar para convencer

Fase 2
Acciones legales que tratan el tema

No colaboración legal (huelgas, boicots de consumo, huelgas de celo)

Actividades legales innovadoras (comercio justo, escuelas libres, actividad económica alternativa, inversiones éticas, intervención noviolenta)

Subiendo la apuesta (costes) y minimizando las recompensas para quienes cometen la injusticia

Fase 3
Acciones ilegales que tratan el tema

Desobediencia civil (sentadas, bloqueos, objeción fiscal, huelgas, oposición a la guerra)

Usurpación civil (movimiento santuario, radios piratas, huelgas inversas, intervención noviolenta)

Canalizando el poder fuera de quienes lo detentan

Tabla adaptada y traducida del alemán al inglés por Eric Bachman. Es una traducción directa de la gráfica de intensificación de las acciones noviolentas en la página 37 de Gewaltfreier Aufstand — Alternative zum Bürgerkrieg, Theodor Elbert (1978).